martes, 2 de julio de 2013

“El flamenco no es rebelde, sino exorciza un pasado injusto”: Casilda Madrazo, bailaora mexicana.

Por Btxo
 
Casilda y los alacranes 
San Luis Potosí, SLP, 2006. Conocí a Casilda Madrazo, una de las bailaoras de flamenco más referenciadas de la Ciudad de México, cuando compartimos la beca Jóvenes Creadores del FONCA 2006-2007, ella en danza y yo en novela, en un encuentro de artistas en esta ciudad. No obstante, tuve el cuadro completo de la persona tras una charla sencilla en el restaurante de un hotel en Guanajuato, en la que el tópico principal fue la pareja de alacranes que hallé en mi habitación.

No está de más decir que quedé infatuado por esa mujer que manaba tranquilidad y dulzura contagiosas, además de cierta inocencia representada por ese rostro luminoso y una sonrisa fácil y expuesta; sin embargo, restaba ver a la artista.

La primera alabanza 
Milpa Alta, DF, 2010. Durante unos meses fui fotógrafo oficial de un grupo de danza árabe, y en una ocasión, sito Milpa Alta, las chicas y yo coincidimos con un grupo de danza flamenca. Durante la comida posterior al show, platicando con las bailaoras, mencioné, por no dejar, a Casilda Madrazo, mi único referente flamenco hasta entonces, y ellas, impertérritas, señalaron: “Hablar de Casilda es hablar de palabras mayores. En México no hay bailaora más grande que ella”.

Casilda, Sharapova y la muñeca 
Guanajuato, Gto, 2007; Universidad de Guanajuato / Valenciana, Gto. Casilda me platicaba en el patio central de la universidad, con velada preocupación, que no podía bailar porque tenía una molestia muscular en su muñeca (la muñeca es parte esencial del baile flamenco, algo que, yo ignaro supongo, a menos que me equivoque, obra como la batuta de la bailaora, torciéndose y dictando caminos). Le pregunto cómo se siente, mientras alcanzo a tocar esa muñeca fracturada que, a pesar de su firmeza, es como la patita de un colibrí y parece vibrar por sí sola, sumamente inquieta por la necesidad de expresarse, y me dice: “Bien, pero lamento no poder bailar”. Horas después, Casilda y yo coincidimos en un bar de Guanajuato: La Dama de las Camelias, copado por los artistas del Fonca, y en un arrebato impulsado por el licor y el jarabe para la tos, le digo: “Eres como la Sharapova del flamenco”. Ella sonrió.

San Luis Potosí, 2007. El programa de mano (en elegante papel albanene) anuncia a Casilda Madrazo y “Canastera”, su proyecto, en un teatro. Acudo interesadísimo, con una cruda bestial y la inocencia de quien quiere presenciar una epifanía… Y pienso, en el instante que Casilda ataca el escenario con perfección y sensualidad, que estoy presenciando algo histórico: la inocencia se transforma, Casilda es una oruga que rasga el capullo de la inocencia y ataca como elegante dragón las tablas del escenario con fuerza y sensualidad, marca los pasos con tal fuerza y precisión que veo saltar astillas; lo hace ver fácil, pero, de intentarlo, más de uno acabaríamos hospitalizados con una contractura. No puedo sino pensar que en el flamenco hay una mezcla de rudeza y exquisitez que proviene de otra mixtura: la de la rebeldía y el arte. De vuelta al hotel, charlando con otro artista, José Antonio Salinas Prado, comentamos el shock general del personal al haber visto a Casilda en escena: “Casilda rompió corazones”, me dijo Antonio, que es otro coreógrafo de alta estirpe artística.

Antes de conocer a Casilda, mi único referente del flamenco eran los atrevimientos de grupos españoles como Mecano y El Último de la Fila, además de los motetes de Paco de Lucía (que parió una canción llamada, precisamente: Casilda) y Camarón de la Isla. Y tras revisitar dichos panoramas hace pocos días, me di a la tarea de buscar a Casilda, con quien llevo una buena relación de amistad y admiración mutua –aunque las más de las veces de fan from hell de mi parte–, para que me ilustrara un poco sobre la relación entre el flamenco, el arte, la vida y el rock, ahora que ando buscando nuevos menesteres. He aquí, pues, íntegra, la transcripción de dicha charla:


 
Btxo: ¿Es el flamenco, además de artístico, una cultura o género que puede expresar rebeldía y libertad, tanto como el rock, o bien, el tango?
 
Casilda: El flamenco antes de ser una expresión artística es una expresión cultural. Éste surge de la combinación de un grupo social ya establecido en el sur de España, el árabe-andaluz, y una cultura migratoria que después de un éxodo de aproximadamente seis siglos llega al territorio andaluz a finales del siglo XV y principios del XVI: los gitanos.

“La proximidad de la precaria situación social de gitanos y morsicos, su común encerramiento a la marginación y a la miseria, su inevitable contacto con los campos y en los arrabales, […] y esa larga y ‘estrecha convivencia´ debió marcar profundamente, con la historia del pueblo español, la de su folklore.” (Fernando Quiñones, El flamenco vida y muerte, p. 100).

Se puede decir, pues, que el flamenco tiene raíz mestiza, por la combinación de grupos étnicos que tienen injerencia en su origen, y que se desarrolló por una minoría social discriminada al interior de la Península Ibérica.

Btxo: Músicos flamencos como Camarón de la Isla y Tomatito tienen esa imagen dura y rebelde que combinan con cierta sensibilidad, ¿empatan con lo que te pregunté al principio?
 
Cass: No estoy segura si el término rebelde sea un adjetivo adecuado para caracterizarlos. Son un cantaor, en el caso de Camarón de la Isla, y un tocaor en el caso de Tomatito que viven y expresan vitalmente el devenir de su raza a través de una sensibilidad personal y en donde el flamenco es tanto el “modus vivendi” como la forma expresiva. En ese sentido cabe señalar que ellos no hacen flamenco, son flamencos. Con esto último quiero decir que para ellos no hay distinción entre el escenario, la taberna, la fiesta y la vida cotidiana. Hay que entender que los gitanos Calé pasaron por momentos de discriminación e injusticias durante varios siglos y que eso generó que encontraran una forma de expresar sus sentires.

“[…] esos repentinos quejidos y mordiscos de las bulerías, de los tangos gitanos, de las alegrías mismas–: que en fin, están determinados por seculares amontonamientos de postergación, frustración y pesimismo. Tales sentimientos son el centro y la cara del pathos flamenco, su órbita y su enjundia, y ante ellos quedan en situación secundaria las manifestaciones jubilosas y positivas que tampoco faltan en el plural universo del cante.  Éste es, a la vez, una publicación de males crónicos de la Humanidad y también una expresión gozosa de energía vital.” (Fernando Quiñones, p. 118).

De este modo, desde mi punto de vista no es rebeldía lo que expresan, si no una forma de exorcizar un pasado injusto y una reivindicación de su raza a la cual orgullosamente pertenecen.

Btxo: Quizás, entrometiéndome donde no debo, pero, ¿son ellos los máximos exponentes de ese tipo de corriente alejados de convencionalismos culturales?
 
Cass: No sabría decirte si son los máximos exponentes. De que Camarón amplió el panorama musical del flamenco, no hay duda. Sin embargo, ellos al hacer flamenco no dejaron a un lado ni su raza, ni su cultura. Como lo mencioné tras la pregunta anterior, el flamenco para ellos es una forma de vivir, un pilar de la comunidad: una identidad.

Btxo: ¿Podría considerarse al flamenco como una expresión contracultural?
 
Cass: El flamenco es una expresión cultural y no contracultural, cuyo desarrollo tomó varios siglos, por los menos del XV hasta ahora, y una gran riqueza pluriétnica: judía, gitana, árabe y andaluza.

Btxo: ¿Cómo definirías esa dicotomía entre sensibilidad y fuerza?
 
Cass: Personalmente, éste es un tema interesante, ya que cuando hablan de fuerza en el flamenco, sé exactamente a qué se refieren; sobre todo cuando pienso en baile. Zapateados vertiginosos, gestualidad facial expresiva, movimientos corporales violentos y desplantes, son imágenes que transitan por mi cabeza. Todo ello proviene o se contagia de un diálogo abierto y sensible con los otros miembros del acto flamenco: guitarra y cante por ejemplo.

Por sensible entiendo la facultad de sentir, comprender y/o expresar alguna emoción a través de la apertura de los sentidos físicos y el contacto directo con los sentimientos.

En este sentido, creo que no hay fuerza sin sensibilidad: no hay nada que la motive. Sin embargo, para mí la fuerza no tiene que ver necesariamente con la descripción de “fuerza flamenca” que mencioné antes. La fuerza puede expresarse de varias formas. En mi búsqueda dancística he encontrado que un movimiento sutil puede ser igual de fuerte que un movimiento violento, por lo menos en intención energética. 

Justamente, tiene que ver con sensibilidad el cómo queremos manifestar fuerza. Desde mi punto de vista no tiene que ser a través de la violencia, el ruido o el desenfreno, al contrario puede ser a partir del silencio, la pausa y la agudeza.

Btxo: ¿Tu interés en el flamenco te permite disfrutar todo tipo de música?  

Cass: Disfruto mucho escuchar diferentes tipos de música. Atendiendo a tu pregunta, me da curiosidad tratar de entender cómo se aborda el ritmo, la melodía, los colores, las voces, la instrumentación, en fin, la composición en general en los otros géneros.

Btxo: ¿Qué es lo que escucha por fuera una de las bailaoras de flamenco más importantes y admiradas de México?
 
Cass: Escucho música barroca, música de la época medieval, algunos compositores de música clásica contemporánea y música popular.

Btxo: ¿Qué opinas de bandas y músicos hasta cierto punto arribistas del flamenco como Otmar Liebert y Gipsy Kings?
 
Cass: Yo creo que cada quien es libre de crear lo que quiera, eso es lo maravilloso del arte: hay posibilidades infinitas de expresar. Sin embargo, considero que cuando uno crea tiene que ser sincero con uno mismo y por ende con la obra, sobre todo si está inserta dentro de un género específico. Por ejemplo, si haces música flamenca con un toque de música hindú, habrá que describir la obra como una fusión de ambos géneros. En tanto estos dos trabajos musicales que mencionas no promuevan su música como flamenco, me parece que son libres de transitar por el mundo con su obra tranquilamente. La cuestión es que no desinformen a las personas promocionando una cosa y haciendo otra. Pueden claramente especificar que hacen música aflamencada más no flamenco.

Btxo: ¿El tratamiento del flamenco que aplican grupos como Mecano y El Último de la Fila, respetan la esencia?
 
Cass: En el caso de Mecano, lo escuché durante mi infancia. Y pienso que la utilización de elementos de la música flamenca fue de carácter “descriptivo”, para arropar la atmósfera de sus letras y tal vez también querían explorar otra estética musical. No puedo decir que respetaron la “esencia” porque el flamenco en su estado profundo es muy transparente y complejo, por lo que es difícil entrar pero también es difícil salir de él.

Btxo: ¿Qué es lo que un fanático del rock o cualquier otro género puede hallar en el flamenco?
 
Cass: Su vitalidad, su sinceridad, su grito y su complejidad musical.

Btxo: ¿Podrías explicar, de forma muy terrenal, qué es "el duende"?
 
Cass: El Duende es un regalo que llega y se va sin darte cuenta. Comparte su magia con el artista y por ende con los espectadores. Eso es lo que yo imagino, aquí transcribo lo que Ángel Álvarez Caballero, en su libro Historia del cante flamenco, describe:

“El duende se refiere a un estado de enajenación, es decir, de sentirse ajeno, extraño, otro de su ser natural. El duende es análogo al misterio, no se puede explicar. Viene cuando quiere venir, pero una cosa es cierta: el estado de gracia le será negado al cantaor si no cuenta de por sí con ese grito enigmático y sombrío que puede entender en un solo jipío la llamarada abrasadora de un cante sin armadura formal para soportar, el cual tiene que enajenarse, alienarse del otro y prescindir de su propio ser.” (Alianza Editorial, p.p. 171-179)

Btxo: Finalmente, ¿qué te llevó a dejar de lado tu carrera como historiadora para dedicarte enteramente a la danza y, en específico, al flamenco?
 
Cass: Yo ya bailaba cuando empecé la carrera de Historia, la cual hice para complementar mis estudios. Siempre tuve claro que lo que quería era bailar. Lo que resulta ser un misterio para mí hasta la fecha es por qué flamenco. Hoy me encuentro en un proceso de búsqueda en la que mi técnica ya no se puede describir como flamenca estrictamente hablando, sino más bien aflamencada con tintes estéticos diferentes.

Btxo: ¿Tienes fechas de presentaciones próximamente?
 
Cass: En octubre estreno una obra en el Teatro Coyoacán, la fecha está por confirmarse.

Btxo: Espero nos avises. Gracias, Casilda.
 
Cass: Gracias a ti.

Una de las esencias de #BuscandoUnNuevoRock es, precisamente eso, la búsqueda. Finalmente el concepto rock puede englobar muchas cosas (mentiría si no hubiera tantos géneros emparentados tanto en ideología como en formas), por ello, apostando por la clara apertura del verdadero fan del rock, y la buena música, que no se ancla en un fragmento del tiempo que se ha aferrado, mostramos todo aquello que puede confluir y generarnos lo que la música genera desde su naturaleza: nuevas sensaciones.

(México, DF, 2013)

Fotografías: Ana Rosa Fernández.

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